martes, 2 de marzo de 2010

Una espiral de tristeza

El vórtice me arrastra hacia una parte de mi que no me gusta. Llevo varios días así. En una espiral de tristeza de la que me está costando salir. De repente estoy animado y de repente estoy triste, desganado, metido en mis propios pensamientos que realmente es como decir que no pienso en nada. Pienso que no tengo tiempo para nada, pero lo cierto es que me sobra. El problema es que no tengo ganas, quiero hacer cosas pero no tengo ganas. Va más allá de la vagancia pura y dura, estoy en una etapa de desánimo que me produce tristeza.

Lo peor de todo es que esto no lo sufro yo sólo. Soy tan egoista, tan egocentrico y tan gilipollas que pago mis propias debilidades con gente a la que quiero. Ese es mi sino, ser un estúpido. A veces sigo repitiendome que no, que no es así, que yo también sufro. Me intento justificar de alguna manera. Pero no hay como justificar que soy idiota. Que tengo tan cerca mi ombligo que pienso que mis problemas son de interés universal. Me creo que todo el mundo disfruta escuchándome y quejándome.

Ahora me doy cuenta de que no es así. Ahora, en este vórtice de tristeza en el que estoy. En esta espiral de mierda que yo mismo he amontonado a mi lado pienso en lo egoista y estúpido que he sido. Pero no me duele por serlo. Me duele por hacerselo pagar a gente que no lo merece y que no lo merecerá nunca. Personas que me miman y me apoyan, personas que velan por mi desinteresadamente. Yo pago ese interés con apatía, desgana y tristeza.

Ahora sólo me queda llorar, derramar esa lágrima que puede ser verdad o producto de mi imaginación. Esa lágrima que resarza estos sentimientos de culpa. Una lágrima que refleje un rayo de sol que me enseñe la salida de esta espiral de tristeza en la que me he metido por méritos propios y de la que no se salir.

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